El reconocimiento al esfuerzo y el compromiso en una labor que ha marcado el devenir de toda una familia dedicada en cuerpo y alma, durante más de 60 años, a la elaboración de un vino de calidad. Siempre he inculcado la necesidad de estar a la cabeza en innovación e investigación, de incorporar nuevos procesos de elaboración del vino, pero sin olvidar la tradición y el origen de una empresa familiar.
La tierra tiene el secreto. Sólo hay que saber escucharla. Todo el mundo puede pensar que para elaborar un buen vino los sentidos que mejor funcionan son el gusto y el olfato. Es cierto, pero hay otros dones como la creatividad y la imaginación que nunca se podrán descifrar. Algo muy valioso cuando el espíritu inconformista nos lleva a diseñar y perfeccionar cada paso, cada decisión que se toma hasta lograr el nacimiento de un vino de calidad.
Quizás sea la naturaleza quien nos susurra al oído todos sus secretos. O quizás, sea la intuición la que nos lleva a manejar como nadie el tiempo y el proceso de elaboración. En cualquier caso, el fruto es y será siempre la calidad. Y cada día sigo esforzándome para lograrlo. Una calidad premiada y reconocida en todo el mundo. Naturalmente.